sábado, 15 de mayo de 2010

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El volcán islandés amenaza

con dos años de cenizas

El magma podría manar hasta 2012


Una expedición científica española da por garantizado que el Eyjafjalla
bloqueará el espacio aéreo europeo durante las vacaciones de verano

Manuel Ansede. Madrid, 12 may.- El volcán islandés Eyjafjalla, que ha
descuajaringado el tráfico aéreo en Europa provocando pérdidas de más
de 1.400 millones de euros, podría seguir dejando a centenares de
miles de pasajeros en tierra hasta más allá de 2012. Los miembros de
una expedición científica española, desplazada a Islandia la primera
semana de mayo, alertaron ayer de que el volcán podría comportarse
ahora como en el siglo XIX, cuando comenzó a escupir ceniza días antes
de la Navidad de 1821 y no paró hasta el comienzo de 1823.

Los científicos, coordinados por el vulcanólogo José Luis Fernández
Turiel, del CSIC, analizaron la actividad explosiva del volcán y
estudiaron los datos de sus colegas de la Universidad de Islandia, que
coordinan el seguimiento de la erupción del volcán. Según uno de los
miembros de la expedición, el geólogo Domingo Gimeno, de la
Universidad de Barcelona, la erupción "muy probablemente tendrá
características y duración similares a la que comenzó en 1821 y
terminó en 1823".

Los expertos españoles fueron testigos de la reactivación del volcán
la semana pasada, cuando se creó la nube de cenizas que provoca ahora
el cierre de algunos aeropuertos europeos. En su opinión, la segunda
entrega de la erupción demuestra que la primera no fue un hecho
aislado. Los almacenes del volcán, las cámaras magmáticas
superficiales, siguen llenándose a través de una tubería por la que la
lava asciende desde el manto terrestre, a unos 20 kilómetros de
profundidad.

Para Gimeno, está "garantizado" que el volcán fastidiará las
vacaciones a miles de europeos, ya que del grifo islandés seguirá
manando magma a borbotones durante dos meses más "con seguridad". Los
propios científicos se quedaron atrapados en el aeropuerto de Londres
el pasado sábado, debido al cierre del aeropuerto de El Prat, en
Barcelona.

Pequeños terremotos

Los vulcanólogos temen que el gran Katla también entre en actividad

El lunes a mediodía, los investigadores de la Oficina Meteorológica de
Islandia y el Instituto de Ciencias de la Tierra de la universidad
nacional detectaron una cadena de pequeños terremotos en las
proximidades del Eyjafjalla que demuestran que la cañería del volcán
sigue llenándose. En su último informe, publicado el lunes, los
científicos islandeses que vigilan el volcán las 24 horas del día
concluyeron que "no existen indicios de que la erupción vaya a
concluir".

Otro de los miembros del equipo español, Juan Carlos Carracedo,
insiste en que "probablemente la erupción se mantendrá durante meses o
incluso años", aunque subraya que es imposible hacer una predicción
fiable. Carracedo, director de la Estación Volcanológica de Canarias,
advierte de que la erupción del Eyjafjalla puede ser sólo el preludio
de algo "infinitamente más peligroso": la erupción del cercano volcán
Katla, con un tamaño mucho mayor. Su colega Domingo Gimeno lo compara
con una olla a presión. Cuando la válvula de vapor el Eyjafjalla se
calle, la olla entera podría estallar.

El estallido del año 934

"Si el Katla entra en erupción, son palabras mayores", explica
Carracedo. Su último estertor se observó en 1918 y los investigadores
españoles avisan de que su ritmo histórico ha sido de una erupción
cada 50 años. Además, el Eyjafjalla y el Katla tienen el hábito de
actuar en tándem. El primero suele hacer de telonero del segundo, como
ocurrió en 1823. La caldera del Katla mide más de diez kilómetros de
lado y está cubierta por una capa de hielo de unos 500 metros de
espesor. Su erupción en el año 934 produjo un chorro de lava de 18
kilómetros cúbicos, uno de los mayores registrados en todo el planeta
en los últimos 12.000 años. Si el Katla se despierta, las
cancelaciones de vuelos provocadas por su hermano pequeño parecerán
una anécdota sin importancia.

El volcán ya estuvo activo durante un periodo de dos años entre 1821 y 1823

Los miembros de la expedición española, que también ha contado con la
presencia de dos vulcanólogos de la Universidad de Las Palmas de Gran
Canaria, consideran la erupción del Eyjafjalla como una oportunidad
para estudiar el funcionamiento de estos volcanes antes de que llegue,
"tarde o temprano", la gran erupción. "Los vulcanólogos ya hemos dicho
que la erupción puede durar meses o años, ahora son los meteorólogos
los que tienen que trabajar en modelos matemáticos que permitan
predecir cómo se moverán las cenizas", explica Carracedo.

Dinero de su bolsillo

El ajuste de los sistemas de predicción no es baladí. La falta de
conocimiento científico hizo que a mediados de abril una quincena de
países europeos cancelara decenas de miles de vuelos con el fin de
reducir a cero el riesgo de un accidente aéreo por culpa de la nube de
ceniza volcánica.

El coordinador del equipo español, Fernández Turiel, explica que el
análisis de las cenizas recogidas en Islandia les permitirá "desvelar
los secretos del volcán" en las próximas semanas. Conocer la densidad
de estas partículas servirá para perfeccionar los modelos matemáticos
que intentan adivinar cómo se moverá la nube volcánica por el espacio
aéreo europeo. La ecuación es exacta: a mayor conocimiento científico,
menor número de pasajeros obligados a dormir en el suelo de un
aeropuerto.

La ciencia española, tan burocratizada que suele moverse con la
lentitud de un dinosaurio herbívoro, ha reaccionado en esta ocasión
con rapidez. Los investigadores han adelantado dinero de su bolsillo
para ser uno de los primeros grupos en estudiar la erupción del
Eyjafjalla. Ahora buscan financiación para otras cuatro campañas en
Islandia.

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